Primera Parte: Imposición de Manos
El cuerpo está compuesto por millones de células. Si estas células fuesen desintegradas en moléculas y luego en átomos, se terminaría dando con partículas subatómicas, una energía que vibra y de la que todo, absolutamente todo y todos estamos compuestos.
Esas vibraciones de los seres y objetos emanan de una energía que puede ser percibida por otra persona. Todos nos percibimos unos, a otro, aunque quizá no siempre seamos conscientes de este proceso.
Por eso, en primer término se trata de aprender a captar la energía, para luego ser capaces de operar como canales y trasmitir la vibración sanadora del Universo, que pasa a través del cuerpo, más específicamente de las manos, tanto para la autocuración como para aliviar malestares de los demás.
Por eso, si vamos a tratar de desarrollar el poder curativo de nuestras manos, una de la primeras medidas a tomar será la de prestarle atención a las mismas. Mirarlas, observarlas, aceptarlas como son, tratarlas amorosamente y con cuidado son la clave de la preparación que estamos a punto de encarar.
Ejercicio:
Este ejercicio ayudará a tomar contacto con sus manos y con lo poderosas que pueden llegar a ser en su vida.
Pasos:
-Póngase de pie o siéntese cómodamente.
-Haga tres respiraciones profundas.
-Mantenga las manos adelante (como si estuviera abrazando a alguien o bailando con alguien imaginario) a la altura de la cintura, con las palmas hacia adentro y una separación entre las manos igual al ancho de su propio cuerpo. Deje que las manos se relajen y que los dedos se separen naturalmente.
-Vaya juntándolos, lentamente, y preste atención a lo que siente.
-Frótese las manos con fuerza y energía y vuelva a separarlas.
-Júntelas de nuevo (sienta lo que experimenta)
-Frótese las manos y vuelva a separarlas, en esta oportunidad abra los brazos el doble, separando las manos más que la vez anterior. Luego, júntelas de a poco.
-Por último, frótese las manos y manténgalas lo más separadas posible. Júntelas lentamente.
El objetivo de este ejercicio es sentir la energía de sus manos como si esa energía fuera un muñeco de peluche blando, que va creciendo cada vez que usted se frota las manos.